Fallece el pintor José Luis Galicia a los 95 años
El pintor y decorador madrileño José Luis Galicia ha fallecido este viernes, 6 de junio, a los 95 años de edad, y con él, parte de los últimos secretos de Pablo Picasso. Como los avatares en torno al título y significado del Guernica, la pintura maestra de Picasso en la que Galicia no veía una condena expresa de los horrores de la Guerra Civil, sino, únicamente, una escena del arte taurino que amaba. De dilatada trayectoria como pintor quedan sus exposiciones en algunos de los centros artísticos más prestigiosos de Estados Unidos o la aparición de algunas de sus obras en el museo Reina Sofía o los murales que el arquitecto Chueca Goitia le encargó para la catedral madrileña de la Almudena. Como decorador cinematográfico, la nómina de contribuciones es tan extensa como prestigiosa; Galicia trabajó, sin ir más lejos, en “Por un puñado de dólares”, de Sergio Leone.
En los últimos años, José Luis Galicia se había convertido en la última voz viviente de la memoria de Pablo Picasso, hombre cercano al que trató y aconsejó, siempre de manera honesta y sin caer en la tentación de aprovechar su confianza, como a él mismo le gustaba subrayar. Por su estrecho vínculo con el pintor malagueño y su cercanía hacia el escultor Baltasar Lobo, un equipo del portal de contenidos del Museo Baltasar Lobo se trasladó en 2023 a su casa de la Ciudad Lineal madrileña para entrevistarlo. Al margen de su reconocida hospitalidad, Galicia habló ante la cámara de sus primeros recuerdos de Picasso y de su privilegiada mirada, que logró captar el temprano montaje del Guernica en la Exposición Internacional de París (1937), cuando apenas era un niño.
ADMIRACIÓN POR BALTASAR LOBO
En cuanto a Lobo, al que conoció y trató, Galicia confesó su admiración y lamentó que el escultor —como otros artistas españoles que cayeron en el agujero del exilio— no gozara de mayor popularidad y reconocimiento en su país natal. El pintor se declaró en aquella entrevista fiel admirador de Lobo y de su manera de expresarse a través de la escultura. Aquel encuentro únicamente fue un alto en el camino dentro de su innegociable rutina diaria, en la que abundaban los pinceles, las pinturas y los lienzos, que seguía decorando todavía a los noventa años desde el luminoso estudio de la segunda planta de su dúplex.