Si a Pablo Picasso se le atribuye la supervivencia de Baltasar Lobo y Mercedes Guillén, entre otros muchos artistas intelectuales y artistas españoles, en el París de entreguerras, cuando se habla de la influencia artística más importante del escultor de Cerecinos de Campos (Zamora) se menciona la figura de Henri Laurens. Pero, ¿qué hay detrás del que ha sido denominado como el más importante escultor francés del siglo XX.
Del artista Laurens (1885-1954), se suele destacar sus orígenes humildes, así como su formación autodidacta, alejado de toda posibilidad de realizar estudios académicos. Su talento y el contacto constante con la materia fueron sustituyendo su lejanía de las aulas y talleres. Como muchos otros artistas del momento, su referente fue el maestro Auguste Rodin, considerado uno de los más grandes creadores de la historia. Sin embargo, Laurens notó el peso de la influencia de otros colegas, como el francés Georges Braque o el ya mencionado Picasso.
Es así como la primera etapa de Laurens se enmarca en el estilo cubista “trasladando a la piedra los temas de Braque, incluso dotándolos de un mayor rigor y una geometría más contundente”, se apunta en uno de los volúmenes de la célebre enciclopedia Summa Artis, elaborado por los críticos Josep Pijoan y Juan Antonio Gaya Nuño. En el citado trabajo se señalan, entre sus obras más destacadas, las piezas Cabeza (1918), Guitarra (1919) y Hombre con clarinete (1919), piezas que ocupan un lugar preferente dentro de la producción de los artistas cubistas.
En una segunda etapa, fuera ya de la influencia de Picasso y de Braque, Henri Laurens evoluciona hacia un estilo más libre y personal. A este periodo corresponden sus diferentes apuestas por la mujer, como en las obras Mujer con manto (1927) o La gran música (1938).
Como curiosidad, y dentro de las muchas características que hacen de Laurens uno de los mayores creadores del siglo XX, la apuesta del francés por métodos muy antiguos de composición, de creación, como la talla policromada, heredada de la Edad Media. Sin embargo, su muerte —de forma repentina— acaeció entre las sombras de la indiferencia, sin apenas reconocimientos importantes a lo largo de su carrera.